Lecciones de los mercados ilícitos de cannabis: tendencias y sorpresas

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Por Esteban Rossi I., Ph.D., Analista, New Frontier Data

Desde los primeros días de la legalización del cannabis en Uruguay, entusiastas y empresarios buscaron establecer un marco legal adecuado para la industria del cannabis que permitiera atraer a los consumidores del mercado ilícito ofreciendo productos de calidad a precios asequibles. Posteriormente, las empresas y los gobiernos buscaron capturar los dividendos asociados a la venta y distribución de cannabis y al mismo tiempo proteger a los consumidores de los peligros de los mercados no regulados. A continuación, New Frontier Data ofrece una descripción general de la interacción entre los mercados regulados y no regulados, con especial atención a México y América del Norte, destacando las lecciones, tendencias y sorpresas más importantes incluidas en nuestro Informe Global de Cannabis: Crecimiento y Tendencias, basado en los últimos datos y entrevistas con expertos locales, comunidades y empresas pioneras. Debido a su posición como eje comercial y a los esfuerzos en curso para regular el uso adulto, los empresarios, los reguladores y el público esperan atentamente la consolidación del mercado mexicano.

Mapeando el mercado

La mayoría de los mercados de cannabis se pueden dividir en tres segmentos principales: uso medicinal, uso adulto y uso ilícito (o no regulado). Algunas jurisdicciones como Uruguay y Canadá, ya regularon el uso medicinal y adulto, mientras que la mayoría de los países de América Latina hasta el momento solo permiten el uso medicinal con diversas restricciones de acceso. En consecuencia, en cada país el mercado legal coexiste y de alguna manera compite con el mercado ilícito. Por otra parte, algunos países como Argentina, Colombia, Perú y Uruguay han desarrollado pautas para regular el autocultivo para uso personal.

Un mercado ilícito exhibe una diversidad considerable de acuerdo a la jurisdicción. En México numerosos distribuidores venden productos de cannabis a consumidores nacionales. Los distribuidores locales ofrecen varios productos que incluyen flores, tinturas y comestibles, y se enfocan principalmente en productos con alto contenido de THC. Los distribuidores dependen de las ventas directas a los consumidores, pero también utilizan numerosos canales digitales y servicios de entrega. La calidad, consistencia y disponibilidad de los productos varía considerablemente. New Frontier Data estima que el mercado ilícito mexicano actualmente tiene un valor de alrededor de $ 3 mil millones de dólares (2020).

Los distribuidores del mercado ilícito obtienen productos de diversas fuentes. Mientras que las organizaciones locales producen y venden productos a pequeños nichos de mercado, las grandes organizaciones internacionales obtienen cantidades importantes de cannabis de las zonas rurales para vender a través de sofisticadas redes de distribución. Curiosamente, las grandes organizaciones ilícitas también envían productos de cannabis desde los Estados Unidos hacia México.

Recientemente, algunos productores estadounidenses licenciados encontraron formas de vender el exceso de inventario o las cosechas de menor calidad a las organizaciones ilegales. Por lo tanto, observamos que tanto la flor cultivada legalmente, como algunos productos terminados, están llegando a las ciudades mexicanas gracias a redes comerciales ilícitas. Este patrón de comercio invertido se ha vuelto tan común que atrajo la atención de los medios de comunicación tradicionales, sin embargo, fuentes mexicanas afirman que el cannabis norteamericano se ha vendido en México desde hace varios años. Algunos aseguran que la importación desde Estados Unidos se consolido cuando el mercado de adultos despegó en California. Este intercambio comercial se traduce en un complejo desafío regulatorios para los gobiernos de México y Estados Unidos.

Lecciones y sorpresas

La evolución de los mercados ilícitos en México, EE. UU., Canadá y otros lugares ofrece lecciones instructivas para los empresarios y reguladores de la industria del cannabis. La primera es que, dado que las organizaciones ilegales tienen décadas de experiencia en el perfeccionamiento de sus modelos de negocio, los mercados ilícitos son mucho más maduros. Durante décadas, las organizaciones ilegales desarrollaron un producto bueno y asequible, construyeron fuertes redes de distribución y llegaron a conocer muy bien las necesidades de los consumidores. Pocas empresas legales han logrado eficiencias similares.

La segunda es que las organizaciones ilícitas son notablemente adaptables y resistentes. Como demuestra el patrón de comercio invertido, las organizaciones ilegales, de forma muy ágil, prueban y distribuyen productos, en múltiples jurisdicciones y a través de numerosos canales. Gracias a esto, los consumidores mexicanos pueden acceder a productos que van desde flor seca, hasta comestibles de marca y vaporizadores desechables Delta-8 de primera calidad.

La tercera lección, quizás la más problemática para las empresas legales, es que los mercados ilícitos evolucionan mucho más rápidamente que los mercados regulados. Esta es una lección que las empresas de cannabis aprendieron de la peor manera: los avances legislativos y la reglamentación técnica requieren de amplia colaboración entre las agencias gubernamentales y este proceso toma mucho tiempo. Del mismo modo, comunicar los beneficios terapéuticos del cannabis a los profesionales de la salud y a la comunidad médica también es un proceso largo y difícil. Irónicamente, mientras el mercado ilícito global avanza como un tsunami, las agencias reguladoras de todo el mundo enfocan sus esfuerzos en tareas poco importantes.

En lugar de desarrollar estrategias para educar al público y desplazar a los operadores ilícitos con precios más bajos, mayor calidad y estándares de seguridad, los reguladores enfocan su atención en complejos procedimientos de licenciamiento y monitoreo, largas discusiones sobre los límites en la concentración de THC y costosos protocolos de seguridad. Asimismo, en algunas jurisdicciones, las agencias reguladoras buscan clasificar el CBD como un producto medicinal y así restringir el acceso de los consumidores.  De esta forma, el estado termina empujando a los consumidores hacia los mercados ilícitos y debilitando a las empresas licenciadas.

A pesar de estas dificultades, las cifras indican que los mercados legales continúan creciendo de manera constante (principalmente en los Estados Unidos, pero también en Canadá y Uruguay). Por otra parte, los mercados legales latinoamericanos siguen siendo pequeños y restringidos. Como se detalla en el informe Global Cannabis, en América Latina, durante el año 2020, el gasto total de cannabis en el mercado ilícito comprendió $12.8 mil millones de dólares. En comparación, el mercado regulado (legal) comprendió solo $7.3 millones de dólares en el mismo periodo. Sin duda, la industria Latinoamericana tiene enormes oportunidades de crecimiento.

Estas cifras son particularmente interesantes considerando que los países más grandes de la región, México y Brasil, aún no han desarrollado sus mercados domésticos.A pesar de los retrasos regulatorios, el mercado legal sigue creciendo. Las ventas y los dividendos están aumentando, especialmente en los mercados maduros. De manera similar, el interés del consumidor y la percepción pública siguen siendo positivos en muchas jurisdicciones, particularmente en México y la mayor parte de América Latina. Más importante aún, en los países donde los consumidores pueden comprar flor de cannabis directamente en dispensarios o farmacias, ya sea para uso medicinal o para uso adulto, los mercados legales evolucionan mucho más rápido. Este es el caso de Uruguay, Alemania, Colorado, California y Canadá.

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